08 mayo 2006

Alas

Alas
Yo ejercía entonces la medicina en Humahuaca. Una tarde me trajeron a un niño descalabrado: se había caído por el precipicio de un cerro. Cuando para revisarlo le quité el poncho vi dos alas. Las examiné: estaban sanas. Apenas el niño pudo hablar le pregunté:
-Por qué no volaste, m'hijo, al sentirte caer?
-Volar? -me dijo- Volar, para que la gente se ría de mí?
Enrique Anderson Imbert

2 comentarios:

V. Onoff dijo...

Really.
Feo dolor el del ridículo.

Demy dijo...

Me acuerdo de Dolina contando que ante un incendio, él primero se viste de traje, sale al balcón como si nada ocurriera y dice bajito: socorro... socorro...