28 diciembre 2005

Decisión

Esa lágrima revelaba su verdadero deseo, tarde empañado por la decisión incorrecta. La pantalla lo consumía en un blanco enceguecedor. El silencio penetraba sus oídos. Todo terminaba, todo explotaba. Él había decidido comenzar de nuevo. Él había decidido por todos.

26 diciembre 2005

Un loco sublime

Un negro matiz de sentimientos oscuros dominaba cada una de tus reacciones. Desde el disparo la sierra, el pozo y el cigarrillo, insignia de una victoria siniestra, hasta el traje y el buenos días. Un ser extraño, perfectamente macabro. Un loco sublime, metódico, morboso y despreocupado. La camisa abierta, la corbata floja en corona de laureles, el atardecer que entraba por unos ojos bien abiertos, las ojeras transpiradas, las manos siempre impecables.
De criticar, por hacerlo nomás, una mínima gota de sangre oscura y muerta filtrada sobre el interior del pantalón, a la altura del dobladillo, pero que pasaría indiferente a la mirada de todos.

15 diciembre 2005

Espera

El hastío tenía un fino color a hierbas vivas, y un olorcito a cerveza impregnada en la barbilla, en los pómulos, en la capa de grasa que untaba la piel de aquella cara. Aquella cara de ojos prestados, una sorpresa que no llegaba, una espera dejando paso al cansancio, que confundía la importancia con ese falso sentimiento de que todo da igual.

03 diciembre 2005

Américo

Américo era un tipo que había logrado trasponer la barrera de lo ridículo, llegando a ser un espectáculo gracioso. Ese mal humor típico que lo caracterizaba, a su vez reforzaba la sonrisa de quienes lo conocían. Vivía en el Bar del Tano, allá por la calle Laprida, su hogar era una banqueta que daba a la barra, ya descosida por tantas sentadas. Nadie en el Bar sabía de dónde había venido, si tenía familia, dónde vivía, nada. Pero el Tano lo dejaba porque atraía a la gente. Las alas habían dejado de ser blancas, para tomar un color grisáceo grasiento, medio amarillento y con manchas de café. Además, en uno de los lado le faltaba un pedazo. Es que Américo nunca pudo dominarlas bien, eran más una carga que parte de su cuerpo. La túnica estaba en peores condiciones, la verdad que de Ángel de la Guarda, como él mismo se decía, le quedaba poco. Ahora, era increíble la cantidad de alcohol que podía consumir por día, si algo ponía en duda su condición de humano era eso, vaso tras vaso. El gordo Rinfolfi lo desafió una vez y le ganó, tomo un vaso más de cerveza que Américo, veintiocho en total, pero esa misma noche entró en coma alcohólico y murió a la mañana siguiente. Mientras que Américo siguió en la barra como si nada -aunque los que se quedaron hasta tarde dicen que se pasó un buen rato en el baño vomitando. Dormía en uno de los cuartos del baño. Todos dicen que estaba loco, pero no era peligroso, algunos le habían tomado cariño. Cada tanto salía corriendo como trueno, corría por las calles hasta perderse en alguna esquina, para volver quién sabe cuando, cansado, con la cabeza gacha, hecho un mamarracho. Ese era Américo, un Ángel de la Guarda del barrio.

26 noviembre 2005

Desorden

No clavarás tu lanza aquí.
Maldigo tu insignia impune.
Creador de duelos insensatos.
Espina de mal agüero.
Obligas a llorar por culpas ajenas.
Te ríes y gozas con todos.
Haré justicia, haré verdad,
haré unas ricas tarteletas de calabaza rellenas,
que te vas a chupar los dedos.

En la estación

Imagino situaciones, situaciones solitarias, aisladas de un entorno poco meritorio. Preciosas gemas negro mate, preciosas gemas que no te devolverán un mínimo reflejo, que no podrás ubicar en ningún lugar de la pobre lógica.
(eh, negro... mate!)

El calor descomponía una realidad inmóvil, llenaba el aire y la mente, evitaba pensar. El polvo era su fiel aliado. La estación de nafta estaba bien ubicada, pero nadie se detenía, nadie quebraba el cansancio de lo habitual. Julio ya era viejo, tenía como mil años, pero contaba poco. Nadie conocía su vida antes de la estación, en realidad a nadie le importaba. La gorra, guardiana de una calva granizada por lunares bien feos, contenía la transpirada frente y daba la sombra necesaria para divisar algún posible cliente. Pero Julio no miraba, hacía días que había dejado de mirar. Julio agonizaba en una cárcel de sentimientos encontrados.
Las lágrimas se habían secado, la sangre desparramada por el piso también.
Apenas temblaba, apenas su corazón latía, el único músculo con vida propia, el único órgano despiadado que no lo dejaba en paz. Julio lloraba, no se veía, pero lloraba, y lloraría hasta el último aliento. La culpa, la negación, el asombro, la tristeza y la furia habían estallado en su cabeza despojándola de toda utilidad.
Habían pasado varios días y el cuerpito de su hija seguía tirado allí, cerca del surtidor, todavía conservaba las huellas de esas ruedas asesinas. Todavía tenía la hebilla de su cumpleaños, y seguía siendo hermosa, aunque su carita no estuviera feliz. Aunque no correteara por todos lados. Aunque no discutiera a la hora de dormir.
El calor era insoportable, no dejaba pensar.

08 noviembre 2005

La falla

Y apretó, y apretó, mientras la adrenalina amenazaba con hacerle estallar la cabeza, pero un poco pispiaba pa' bajo a ver qué pasaba, o mejor dicho, qué no pasaba. De a poco, la cara de estúpido feliz se fue modificando hasta ser la cara de un estúpido estúpido. Temblaba, temblaba como una hoja, aunque jamás vi temblar una hoja tanto como este pobre. En realidad jamás vi temblar una hoja. Aunque mejor dicho no me interesa si las hojas tiemblan. Aunque no creo que tiemblen. Examinaba el pulsador no para buscar una explicación, sino más bien para echarle la culpa. Insolente, irrespetuoso, qué se creía el maldito. Esa falla dejó sin sentido gran parte de su vida, le arruinó años de planeamiento y arrancó de cuajo mucho de su coraje, cultivado por los años de lectura e indignación. En fin, aquí ya no hay más nada por hacer, esta batalla la perdí. Se alejó caminando triste, mientras buscaba otro pulsador que tenía destinado al Banco Nacional.

Y si tiemblan, por qué lo hacen? A qué le tienen miedo? Será el viento un compañero infiel, será la lluvia cruel, o será el desasosiego de la continua suspensión.

11 julio 2005

La ducha de la cultura

¿Seremos hijos de una masa amorfa de ideas irresolutas y crema del cielo? Habremos compartido el cuarto con muchas más ilusiones que esperan ser materializadas? Será el tiempo un ser estructurado y racional, que a empujones nos lleva por la vida mientras uno no deja de mirar atrás? Quién deja de tejer la sábana de la vida, donde uno reposa con su inocencia intacta? Con cuántas agujas nos pincha la culpa en la boca del estómago, o serán caricias que nos incitan? Alguien, en este mundo, sabrá de dónde sale el ananá? -Ernesto, si no salís ahora del baño te apago el calefón, hijo de mil puta!!!

16 junio 2005

Sentido

Javier disfrutaba de la presencia del silencio como su único compañero, lo hacía cómplice del lejano murmullo natural que llenaba los valles y praderas que abarcaban sus ojos. Aunque la oscuridad amenazaba lentamente, él mantenía una sabia luz que le había sido legada casi por accidente. Javier conocía el sentido, la razón, el fin, sabía cual era. Unos brujos le habían revelado el secreto a cambio de una ronda más de cerveza, aunque sus versiones se distorsionaban, se contradecían, se complicaban con detalles absurdos, y muchas veces formaban increíbles paradojas, Javier había podido entretejer la frase concluyente de esa noche, una frase que le cambiaría la vida para siempre. Con su saco de manta, sentado al borde del abismo, fumaba un cigarro y reflexionaba, o mejor dicho meditaba. Sabía que no volvería a entrar a la sucia camioneta, y de ningún modo a la ciudad. Él era otra cosa, se sentía vibrar en un estado de energía superior, había roto todos los estigmas y marcos sobre los cuales se movía. Dejó caer sus reglas y creencias, se frotó las muñecas y disfrutó la libertad. Miró al cielo y por primera vez no se preguntó qué habría más allá, no lo sabía, pero era consciente de que jamás lo habría de saber. La noche se hizo todo, pero esto no afectaba su visión, sobre el fondo del abismo lo esperaban vapores de locura, más lejos el tedioso sabor de la mediocridad, detrás podía ver el camino que su vida había recorrido. El silencio le mostró lo que él nunca hubiese notado, debajo, sobre el llano, su vida seguía caminando, con la cabeza gacha, totalmente desnuda, hacia cualquier parte, por otro lado y más lejos, su alma estaba sentada, desorientada y muy cansada, los vapores de la locura se le acercaban lenta pero persistentemente. Javier no le hubiese gritado, sabía que era inútil. Ni siquiera se preocupaba. Estaba ajeno a sí mismo, estaba libre. Tenía mucho en qué pensar. Se acomodó mejor y encendió otro pucho.

15 junio 2005

Contemporáneo II

- Buenos días habla Cecilia, en qué la puedo ayudar?
- Hola?
- Hola, me escucha?
- Hola, con quién hablo?
- Buenos días, habla con Cecilia, en qué la puedo ayudar?
- Sí, mire, tengo un problema...
- ...
- ...
- Cuál?
- Ah, el tema es que yo compré una caja de saquitos ***, e hice 2 teses, uno para mí y otro para el Rolo, pero después de sacar los dos saquitos de las tasas, uno de los teses me quedó más clarito que el otro. Entonces yo quiero reclamar que cómo puede ser que los saquitos no tengan el mismo té adentro, usté se imagina el problema que eso me trajo, no? No sabía cuál darle a Rolo, porque yo tampoco quería quedarme con el que tenía menos gusto. Me entiende chiquita?
- Sí
- Y qué me puede decir?
- Que se muera señora, su vida ya no tiene sentido. Y gracias por comunicarse con el servicio de atención al cliente de ***

13 junio 2005

Tiempos raros

Mece la cuna y esquiva los pasos esquivos del hombre negro. El arma, por suerte, apunta al suelo. Quisiera desaparecer, quisera sentirse libre. Pide a Dios que la ayude y se transforma en ave. Sin entrenamiendo previo se larga a volar para escapar. El sombrero no la advierte y se siente feliz. La cuna queda inmóvil, el bebé la mira volar feliz y sonríe. Ella le pide disculpas y se aleja, se aleja perforada por una bala de culpa. Finalmente cae al suelo y muere. El hombre detiene la marcha y la mira, la patea lejos y prosigue. Luego la cuna vacía, los nervios, todos revisen el lugar. Corridas, pasos agitados. El bebé sigue sonriendo, desde el techo nadie lo advierte y a decir verdad, nunca le gustó su madre. La noche se duerme en los gritos contenidos de la señora chusma, con la escoba entre las manos y el delantal que mira todo desde la vereda de enfrente. Qué tiempos raros, che.

05 junio 2005

Seis mesas

Seis mesas bien puestas bailaban en el salón. Un salón expectante, todavía con la resaca de la fiesta inconmensurable que, poco tiempo antes, había dudosamente terminado; a pesar de algunos invitados que nunca más pudieron levantarse y pasaron involuntariamente a formar parte de la escena. El salón acalorado todavía miraba hacia todos lados preguntándose desde dónde vendría ahora la música, y los bailarines, y cuando comenzarían nuevamente las orgías desmedidas que había disfrutado durante toda la noche.
Las paredes latían, el silencio acechaba, la espera se mantenía firme gracias a las mesas que aún danzaban en su interior, sin arrugar el mantel, sin tocar el piso, al ritmo de un vals que nunca se tocó.
Las mesas se detuvieron recién a la madrugada con la invasión del primer policía, el salón para ese entonces ya dormía y un nuevo día miraba por las ventanas rotas. El festejo de los seis meses, como se conoció desde entonces, había terminado.
Gracias a Dios, supongo.

17 mayo 2005

El puente

El puente era un juego, siempre lo había sido.
Nunca supe si llegó a tener noción del peligro, aunque no lo creo.
Ella era feliz y eso era lo que importaba.
Si la hubieras visto, con sus brazos haciendo avioncito, sonriendo y corriendo sobre la baranda de piedra.
Te juro que no me importaba nada más, en los ratos en que ella era feliz yo me sentía vivo, me sentía padre y creía estar haciendo lo correcto.
La última vez salimos del hospital bien temprano, deseaba ver la mañana, acomodé la silla cerca del puente, de ninguna manera hubiera soportado cruzarlo sentada, como una inválida, ella solita se sentó sobre la baranda, con las piernas hacia el río. Fue cuenstión de ir a buscar la silla y al darme vuelta venía caminando por la maldita baranda, pero sonreía, tenía las mejillas rosadas, era un solcito, con los rulos rojizos bien enredados, como debe ser en una niña.
No pude moverme.
No pude reprimirla.
No pude sacarla del río.
No pude verla morir en una cama.

14 mayo 2005

Pensamientos relevantes

El tipo se cansó de su vida y la quiso ahogar en el inodoro, mientras le presionaba la cabeza con las dos manos miraba a su alrededor y pensaba: che, qué sucio que tengo el baño... cómo se sacarán los hongos de esos azulejos...

03 mayo 2005

Dormiste bien?

Yo creo, sinceramente, y no se rían, que la maté porque siempre me sacaba toda la colcha, sí, en serio, no sé porqué ponen esa cara, ustedes no tuvieron que sufrir el frío que yo pasé, con muchos tratamientos para la supuesta bronquitis crónica y todo eso, yo les pregunto ahora, cómo me ven? no tengo ningún problema, estoy verdaderamente sano, sin mocos, ven? (inhalación profunda). Pero les quiero contar, para que no se malinterprete, porque ya sé que ustedes pensarán uy pobrecita, este tipo la mató sin consideración, la cortó en pedazos y la puso en la heladera, pero no es tan así, porque para analizar lo que hice hay que estar en contexto, y seguro que ustedes no la conocieron a Natalia, ella era... era de las que no hay, a la noche siempre había un besito, un chau mi amor hasta mañana, porque ella lo hacía todo muy bien y tenía una manera de esconder su verdadera repugnancia hacia mí que hasta a veces me daba miedo, me hacía dudar de lo que sentía, yo obviamente le seguía el juego, claro, no soy ningún boludo, chau mi amor hasta mañana, que duermas bien, qué duermas bien! entendés? hacía todo para seguirle el juego, y nos dormíamos cada uno en su lado, y con la colcha bien dividida, todo iba bien los primeros minutos, pero después comenzaba el problema, ella se daba vueltas para todos lados fingiendo que estaba dormida, y de a poco me iba robando la parte de la colcha que a mi me corresponde porque, es obvio que si dos personas duermen en una misma cama, la colcha se debe dividir en dos partes iguales, bueno, el caso es que así empezaba todo, giraba para un lado y yo sentía que la colcha de deslizaba un poquito hacia ella, quizás después se volvía para el otro lado y ahí aprovechaba y trataba de recuperar el terreno perdido, después la agarraba fuerte y me prometía que no dejaría ir ni un pedacito para el otro sector, pero en seguida se volvía a dar vuelta y la colcha quedaba tirante, entonces entraba todo el frío por el medio, porque esa parte estaba suspendida en el aire, entonces me resignaba y dejaba caer la colcha sobre la cama. No se imaginan lo que eran las noches, de a poco le fui tomando odio, un odio que nacía desde la boca del estómago, alimentado por su aparente desconocimiento de los hechos, aunque yo la conozco bien, ella sabía lo que hacía, ella me odiaba mucho más que yo, ella, enfundada en lo que parecía una mujer dulce y buenita, gozaba destrozando mis noches. No, jamás le dije nada, esto se convirtió en un juego perverso de apariencias, ella fingía y yo también, parecía el hombre más feliz del mundo, aunque a la mañana me levantara media hora antes para tomar la medicación y llorar en el baño deseando matarla. Cómo?, ah, sí, el día detonante fue una mañana en que me preguntó si había dormido bien, en ese momento pude ver en su rostro un halo de burla y no soporté más, les juro que estalló una furia en mí que no conocía, pero yo no la quise matar, en serio, la quise meter en la heladera para mostrarle lo que era dormir con ella, la insoportable de las ventanas abiertas, de la ventilación de los ambientes, la que no usa estufas porque le secan los ojos, se murió sola, lo que pasa es que la puerta no cerraba con ella dentro y justo quedaba medio afuera la cabeza, yo creo que por eso se murió, y después pensé, si ya está muerta, no le va a importar que la corte un poquito para hacerla entrar bien. Yo creo que es lógico, no? Ustedes no hubieran hecho lo mismo?

30 abril 2005

No title

No es momento de pensar, te hubieras acordado antes. Seguí caminando que ya llegamos...

29 enero 2005

Flores nuevas y visita

Sus manos acariciando la superficie áspera de la reja era lo único que la mantenía en el cementerio, su mirada y sus pensamientos estaban perdidos vagando por un mundo sepia lleno de recuerdos. Ese día hacía demasiado frío, en su interior. Un frío constante que envolvía los huesos y persuadía su voluntad. Su alma vacía, su mente lejos, apenas un frágil cristal en el lugar de los muertos. Ella estaba muerta, ella no podía descansar, ella era transparente a las miradas de mejillas enrojecidas de ganas, de esperanzas, de anhelos. Recostada sobre la reja se dejó caer, hasta quedar sentada sobre la hierba escarchada. Miró la hora, suspiró, sacó de un bolsillo el estuche, se pintó los labios, se llenó de rubor, notó que estaba muy pálida, se colocó delicadamente las pestañas y frente a su pequeño espejito se acomodó la ropa. Una vez convencida, aunque nunca del todo, volvió a recostarse y colocó la pesada tapa piedra en su lugar, las manos cruzadas sobre el pecho, cerró los ojos y puso su mejor sonrisa, hoy era primero, día de flores nuevas y visita.

Ausencia

No siento las ausencias de tu mente, ni siento los colores de tu boca, conmigo sólo sueñas, conmigo sólo chocas. No pienses en vano, el ocaso no te da la libertad. Suerte que te sirve de consuelo.

28 enero 2005

Final

Hospital. Triste vacío de inspiraciones que llena mi alma. La luz de tus ojos me seduce y llena ese vacío místico que algún otro ángel ha dejado al irse. Mis ojos te desnudan, mis manos recorren esa hermosa naturaleza que otras sabias manos han sabido modelar. El impacto de tus labios sobre el cuerpo me hacen pensar que nada se puede mejorar, que ese magnífico momento es magnífico y nada más.

Sin embargo, la sonrisa en tu cara cambió cuando la línea que recorría la pantalla, una y otra vez, agotó sus espasmos. Mis ojos dejaron de mirarte para posarse en algún punto de la pared, lejos. Finalmente estallaste en un llanto ahogado.

No te apenes por mí, estoy en un buen lugar, me faltas tú, pero dentro de poco estaremos juntos otra vez.

27 enero 2005

Vidas al Óleo Negro

Mezquino estrato de la sociedad,
casas caídas,
vientos de furia,
sales de piedra,
gobiernan con astucia,
sienten el filo,
quiebran los pasos,
marcan el ritmo,
ritmo de viejos tiempos.
Se suceden los albores,
se nos muestran los caminos,
siendo flores
arrancamos flores,
néctar tan poco valorado.
No acepto ese regalo,
vergüenza ajena,
me quiero en otro lado,
conciencia de sustancia,
me voy, chau.

10 enero 2005

Una vez más

La esfera se llenó de imágenes deformando todo cuanto pudo ver a su alrededor. Tan sólo tres dedos la sostenían, como había sido siempre; el hombre lloró al descubrirla, como había sido siempre; la giró para un lado, para el otro, la miró fijo y volvió a cubrirla, como había sido siempre. Ese día el bosque estuvo más silencioso que de costumbre.

Primer paso

Coloque todo el peso sobre una pierna, levante el pie de la otra, adelántelo unos centímetros y apóyelo nuevamente en el suelo pasando ahora el peso de su cuerpo a esta pierna. Entendió?
No se pierda en una nueva entrega el Segundo Paso.