Cuando decidiste ceder ante la incredulidad de una fantasía semejante, una inmensa mayoría de conceptos te gritaron sin piedad desde rincones que no conocías. Un interlocutor oculto y enfurecido, derritiendo las barras inmóviles a pura fuerza bruta. Esquivaste los zarpazos de garras filosas, mientras seguías secándote detrás de las orejas. La toalla ya estaba húmeda y todavía te faltaba casi todo el cuerpo. Tuviste que pegarte a la pared mientras alcanzabas los hisopos, para permanecer dentro de esta realidad cotidiana de colores conservados. Un poco más de reflexión, unos minutos más debajo del agua caliente y te hubieras perdido para siempre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario