07 marzo 2006

Visiones

El viejo tardó tres días en llegar, si bien la distancia no era excesiva, su andar conllevaba una lentitud triste marcada por los años. Cuando por fin se sintió seguro, se arremangó los pantalones, se sentó sobre el pasto virgen y dejó los anteojos negros a un lado.
Luego sólo esperó. Sabía que en corto tiempo vería el amanecer.

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