24 noviembre 2010

Catarmis

Trato de hundir a los inocentes,
aquellos que rebozan de sonrisas,
en el oscuro barro de mi mundo,
donde las mandrágoras entrecruzan sus raíces,
para intentar entender
(alguna vez)
porqué estoy

tan roto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Solo Harry Potter hace eso....vos estas bien. Lo esencial es invisible a los ojos, así que abrilos bien la proxima vez.

Flor S dijo...

A veces viene bien el oído de un amigo.

Te dejo un abrazo!

Anónimo dijo...

Mirá, qué gusto tu poema. Hay en esos breves pero enormes versos un disgusto de hombre con corbata -el nudo te ahoga y vos cantando la marcha peronista-. Típico poema que sale después de jugar al papifulbo todo el día. Hay, empero, una verdad contenida rabiosamente. Creo que son las mandrágoras, o ese rebozado que me da un hambre que lo tiró. Milanesas, bien rebozadas. Pero no debería estar escribiendo esto, la cana me persigue y está llegando al ciber en el que ahora me encuentro. Pendejo de mierda el negrito que atiende la caja y que me reconoció. Ya escucho la sirena, que no tiene una cola larga de pez sino un guardabarros que le hace honor al nombre. El polvo de la calle entra en el ciber y qué pedazo de poema te mandaste, guacha. Si no te vuelvo a ver, decile a mi esposa que le metía los cuernos con su hermana la culona. Ella va a entender.

Con afecto,
Luquitas Somadossi

Demy dijo...

Anónimo, no te creas, mirá que trato. Gracias por pasar.

Siempre hay una flor con la cual sentarse a charlar, eso es bueno.

Lucas, me encanta cuando te olvidás de tomar la pastillita gris, seguí tirando esos textos remendados que sen geniales, y tratá, dentro de lo posible, que no te agarre la cana.
Besos históricos.