15 febrero 2006

Tiempos modernos

Y la picadora de carne (así como nos gusta llamarla) continuaba su actividad incesante, generando destinos para todos los inmigrantes. Varias etapas la constituían, en la primera, por dar un ejemplo, se seleccionaban aquellas personas con aptitudes para algún cargo político (la política había empeorado para entonces), según sus cualidades, el resto seguía hacia las etapas posteriores. Los que no lograban salir de la máquina en alguna de las etapas y llegaban al final, caían indefectiblemente en la picadora de carne literal y terminaban siendo hamburguesas.

Una excepción se daba con los artistas, estos al presentar el carnet que los acreditaba como tales, evitaban automáticamente todas las etapas y continuaban libres. Se valían de una antiquísima norma que casi por error había podido filtrar un senador, posteriormente asesinado.
En esa época era común ver por la calle unos monstruos llamados clasificadoras, que raptaban humanos de todo tipo para llevarlos a la picadora de carne, los brazos de las máquinas succionaban gente de una forma brutal, tal es así que el quince porciento del total de la carga moría al instante.

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